jueves, 16 de septiembre de 2004

De Maussanadas y Colisiones Cósmicas

Hace algunos días alguien me comentó que Jaime Maussan había anunciado el fin del mundo en una emisión televisiva. De acuerdo con el famoso (¿o es infame?) "investigador", el próximo 29 de septiembre del año en curso un meteorito se impactará contra nuestro planeta, provocando la extinción de toda forma de vida en el mismo.

Tras investigar un poco al respecto me encontré con que este rumor ha corrido con cierta fuerza en algunas áreas de la red. Algunos foros de discusión hablan de más de un 60 % de posibilidades de colisión, mientras muchos otros están llenos de mensajes invitando a la humanidad en general a arrepentirse de sus pecados y a todos y cada uno de los habitantes de la Tierra a encomendarse al dios de su preferencia dado que el fin es inminente. Uno de los ejemplos más apabullantes de este pánico desinformado está aquí.

El cuerpo celeste en cuestión es el asteroide (no meteorito) identificado como 4179, conocido también como Toutatis. Descubierto en 1989 por astrónomos franceses y denominado inicialmente 1989AC, Toutatis tiene una órbita trazada entre la parte interna de la órbita terrestre y la parte externa del anillo de asteroides. Recorre la totalidad de su órbita en cuatro años, razón por la que es uno de los cuerpos celestes más conocidos y estudiados por astrónomos de todo el mundo. Tiene un tamaño de aproximadamente 2.4 por 4.6 kilómetros y se estima que pasará a cuatro Distancias Lunares (LD) de la Tierra.

Una LD equivale a 384,000 km, así que Toutatis cruzará el espacio a más de 1,500,000 km de la Tierra. Bastante cerca hablando de distancias cósmicas pero nada como para preocuparnos. Toutatis no ha pasado tan cerca de nuestro mundo desde 1353 y no volverá a estar tan cerca hasta 2562. Las técnicas actuales de cálculo de trayectorias no permiten aventurar pronósticos a muy largo plazo pero astrónomos de todo el mundo coinciden en que no hay riesgo de que se estrelle con la Tierra al menos por los próximos seiscientos años.

Lejos de estar preocupados, los astrónomos se encuentran emocionados ante la posibilidad de poder echar un vistazo más cercano a este asteroide, el cual ha fascinado a los expertos durante años debido a su particular patrón rotatorio. Contrariamente a la mayoría de los asteroides que tienen un solo eje de rotación fijo, el eje de Toutatis varía entre dos ciclos de 5.4 y 7.3 días, respectivamente. Aunque se sabe de otros asteroides con un eje móvil, ninguno está tan documentado como éste.

Scott Hudson, de la Universidad Estatal de Washington gusta de comparar estas órbitas con el lanzamiento de pases de fútbol americano. Un asteroide cualquiera se mueve como un pase lanzado en una espiral estable, mientras que Toutatis es como un pase mal lanzado. En lo personal no le veo la gracia a tal comparación.

Pueden encontrar más información al respecto en este artículo de Robert Roy Britt en Space.com, en inglés, o en este otro de Antonio Sánchez Ibarra, de la Universidad de Sonora, en español. Astrónomos.org también tiene información al respecto, e incluso una sección dedicada a desmentir las "Maussanadas". Otro ejemplo anterior de la falta de ética de Maussan es expuesta aquí por Jesús Gerardo Rodríguez Flores. El programa de Objetos Cercanos a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés) de la NASA, tiene una tabla con el trazo de la órbita de Toutatis.

Pero todo esto tiene su lado irónico y hasta cierto punto humorístico. Alain Maury, uno de los descubridores de Toutatis, acostumbra usar nombres de dioses galos para identificar Objetos Apolo (cuerpos celestes que cruzan la órbita de la Tierra) desde años antes de descubrir Toutatis.

Según Maury, no había usado antes el nombre de Toutatis porque ignoraba que se trataba de un auténtico dios galo, bajo la errada presunción de que se trataba de una invención de René Goscinny y Alberto Uderzo, creadores de Ásterix y Obelix.

Lo curioso del asunto es que este nombre terminase siendo asignado a un asteroide que despertó estos rumores de colisión cuando uno de los mayores temores de los simpáticos personajes galos era que el cielo se desplomase sobre sus cabezas. El poder de los nombres, sin duda alguna.

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